El contexto actual nos obliga a repensar el peronismo a la luz de una nueva coyuntura política. En esa búsqueda, desde el Movimiento de Restauración Peronista, consideramos central reflexionar sobre el concepto de restauración.
Por Rorigo Estigarribia, referente del Movimiento de Restauración Peronista
Desde nuestra mirada, la restauración del peronismo cobra valor cuando se piensa en devolverle al peronismo su originalidad y su estima. En ese sentido, restaurar supone, al menos, tres cuestiones: pensar al peronismo como un movimiento nacional y popular, cristiano, profundamente humanista y con un sentido revolucionario; comprender que todas las dimensiones de la vida humana se sobreponen a la dimensión económica; poner el trabajo en la centralidad de la vida política, económica y social, considerando al movimiento obrero como columna vertebral del peronismo.
Somos un movimiento de síntesis en el que confluyen principios que han estado presentes en hombres y mujeres de nuestra rica historia, indispensables para pensarnos colectivamente como parte de una comunidad que tiene el bien común como horizonte.
Nos convoca el amor a nuestra provincia y a nuestra patria, la necesidad de recrear una historia que reconocemos como propia y la consideración de que el bien común y la dignidad humana se imponen a la idolatría del dinero y del poder.
Tenemos la fuerte convicción de que es nuestro pueblo el que marcha en la construcción de un destino compartido. Somos los trabajadores con conciencia de su papel histórico, los estudiantes, los empresarios nacionales, los movimientos sociales y los actores de nuestra cultura los que militamos con el desafío de anteponer la solidaridad al egoísmo, en la unidad de una visión común orientada a futuro.
Nos comprometemos con los sectores más desfavorecidos de nuestra sociedad, defendiendo el interés del pueblo y enarbolando nuestras banderas: justicia social, independencia económica y soberanía política.
Entendemos que no existe proyecto político sin perspectiva histórica; nos hacemos eco de las experiencias de raíz nacional y popular de San Martín, de Rosas, de Perón y Evita, de Néstor y Cristina.
Asimismo, en estos tiempos estamos llamados a construir una mirada distinta y de conjunto, poniendo en valor lo que hacemos en el presente y proyectando un legado para las generaciones futuras.
Queremos una economía más humana para el desarrollo con justicia social, en la que se multipliquen las inversiones productivas y los puestos de trabajo, y se promueva una mayor participación de los trabajadores y el acceso equitativo a la propiedad.
Hoy, como parte de una generación, asumimos la responsabilidad de llenar de sentido nuestra construcción política, entendida como vocación de servicio. Frente a los graves problemas que afrontamos en la actualidad, debemos dimensionar la necesidad de una lucha por el ser o no ser de nuestro movimiento, cuyo objetivo máximo es la felicidad del pueblo.
Enfrentamos la realidad sin encerrarnos en políticas pragmáticas de cabotaje porque pretendemos ser reconocidos como una expresión de esperanza, comprometidos solidariamente con la lucha por la dignidad trascendente de la vida humana, la reconstrucción del tejido social de la Nación y el acceso al mundo del trabajo.
Si el pueblo fuera feliz y la Patria grande, ser peronistas sería un derecho. En nuestros días, ser peronistas es un deber. Por eso, el futuro exige hoy la tarea de restaurar el peronismo.
«Quienes quieren oír que oigan, quienes quieren seguir que sigan, alta es nuestra empresa y clara nuestra divisa, nuestra causa es la causa del Pueblo, nuestra guía, la bandera de la Patria».








