Por Diego Valenzuela, intendente de Tres de Febrero
La pandemia y su respuesta de política pública -la cuarentena- están dejando expuestas una vez más una serie de situaciones que hablan del lugar que tiene el Área Metropolitana de Buenos Aires en la vida pública argentina. Más claramente, se evidencian más que nunca los desafíos que enfrentamos y la mayor atención que necesita en lo político y económico la población que habita esta zona del país.
El 92 % de los contagios de Covid-19 están en el AMBA, y por ende las mayores consecuencias negativas en lo económico. La situación presupuestaria de la Ciudad de Buenos Aires en términos relativos es sensiblemente mejor que la del Gran Buenos Aires, lo que permite una respuesta sanitaria y de políticas públicas más eficaz. Vengo hoy a marcar y a llamar a la reflexión sobre lo que nos ocurre a quienes vivimos (y tenemos que gobernar) en el Conurbano bonaerense.
Por la densidad poblacional y el esquema de movilidad de esta zona geográfica es evidente que es donde más circula y se concentra el virus, lo que a su vez compromete la economía de familias y gobiernos por la larga cuarentena que debemos enfrentar. Las débiles situaciones sanitaria y de infraestructura conviven con elevados niveles de desempleo, pobreza y exclusión social, panorama agravado por la crisis sanitaria que trajo el Coronavirus.
De la población del AMBA, el 80 % está en el Gran Buenos Aires. De la población de la Provincia, el 76 % está en el Gran Buenos Aires. Es el «Conurbano infinito» que describe muy bien en su libro Rodrigo Zarazaga. Aquí están mayoritariamente las industrias y el empleo, pero también los peores indicadores de pobreza (llegaría a 52 % a pesar de políticas positivas como la tarjeta Alimentar y el IFE).
Según el Observatorio de la Deuda Social, en base a una encuesta de 500 hogares en el AMBA, entre mediados de 2019 y mayo de 2020 la cantidad de hogares que no llega a cubrir una canasta se duplicó, pasando de 6 a 13 % (una canasta básica) y de 21 a 40 % para el caso de dos canastas, para una familia de dos adultos y dos menores. Se estima que esta crisis hará perder 800 mil empleos, 70 % de los cuales están en el AMBA. Lejos de ser una crítica a la cuarentena, que fue una decisión acertada para dar tiempo a mejorar la respuesta sanitaria y adquirir nuevas pautas sociales, el momento agrava la ya complicada situación socio-laboral que traíamos de 2019.
Y voy al meollo de la cuestión: cuando hablamos de recursos (para combatir la pandemia, pero también para invertir en servicios, obras y desarrollo), los que vivimos en el Conurbano estamos doblemente discriminados. La Provincia recibe un porcentaje de fondos de Nación que es inferior al que aporta al país (22 % vs 38 %), y a su vez coparticipa a sus municipios sólo un 16 %. En estos momentos de pandemia y crisis económica, como los fondos que llegan son en buena medida discrecionales, no vienen de manera automática a los municipios. Por ser los gobiernos más cercanos a los vecinos, necesitamos que la Provincia coparticipe a los municipios toda la ayuda que recibe de Nación; en definitiva, necesitamos más recursos hacia la Provincia y una gobernación que sea más federal y menos unitaria hacia adentro de la Provincia.
Por otro lado, mientras en buena parte del país y en el interior bonaerense la cuarentena se va aflojando, en el Gran Buenos Aires volvimos a Fase 1 con lo que eso conlleva para la economía y el empleo de la zona. La ayuda del estado se siente pero no llega a todos, sean PyMEs, comercios o familias. Corre riesgo el corazón productivo nacional y también la condición social de muchas familias. Los hogares con necesidades básicas insatisfechas del GBA representan el 26 % del total nacional (9 % el resto de la Provincia).
Con los recursos tenemos un problema hacia adentro de la Provincia. El GBA explica el 56 % del producto bruto geográfico y el 58 % de la recaudación bonaerense. Pero la coparticipación se reparte en partes casi iguales entre el GBA y el Interior. En términos per cápita al GBA viene la mitad que al interior. La Provincia distribuyó ATPs (Asistencia del Tesoro Provincial) como una forma de compensar los recursos que perdieron los municipios, pero por la forma de reparto entregó 155.000 pesos por casos de Covid-19 en el Conurbano contra 1.257.000 en el interior. El Gran Buenos Aires recibió el 52 % de los ATPs a pesar de tener el 89 % de los casos de Coronavirus, lo que me lleva a proponer para la salida de esta pandemia un fondo Covid-19 no reembolsable con foco en el Conurbano.
Desde ya no es esta una reflexión crítica hacia nuestros queridos bonaerenses del interior, que son ejemplo de esfuerzo y necesitan apoyo tanto como nosotros, sino una descripción objetiva sobre cómo funciona el sistema de distribución en el marco de la inequidad que sufre la Provincia por cómo es la Coparticipación Federal del país. O sea, la Provincia es discriminada y dentro de ella lo es el Conurbano.
La Provincia pierde y el Gran Buenos Aires pierde aún más. Es evidente que esta discriminación histórica hace que la Provincia de Buenos Aires se encuentre débil para afrontar la pandemia y sus consecuencias, a pesar de ser el lugar donde hay más incidencia del virus y un mayor impacto negativo económico y socio-laboral.
Es un momento que nos interpela y nos obliga a no abandonar la cooperación política. Para atender este enorme desafío y responder adecuadamente al enorme sacrificio que está haciendo la sociedad del Área Metropolitana de Buenos Aires necesitamos una convocatoria nacional y provincial a un acuerdo con objetivos estratégicos que facilite la recuperación económica con integración social. El desarrollo económico, la defensa del empleo, la inversión en infraestructura y la lucha contra la pobreza deberían ser eje del debate post pandemia. Y en ese marco, deberíamos poder poner en debate la voz y las necesidades de los vecinos y vecinas del Gran Buenos Aires.