Por Matías David, abogado, referente Libertario y secretario General de la Agrupación “Nueva Generación Libertaria”

El sistema de colegios profesionales en Argentina,  con su intrincada red de regulaciones y requisitos,  se ha convertido en un obstáculo para la libre competencia y la eficiencia.  Es hora de repensar este modelo y avanzar hacia una desregularización que beneficie tanto a los profesionales como a la sociedad en su conjunto.

La actual estructura de los colegios profesionales,  a menudo con estructuras burocráticas y poco transparentes,  impone barreras de entrada a nuevos profesionales,  limitando la competencia y elevando los costos de los servicios.  Los requisitos excesivos para la matriculación y el ejercicio profesional  restringen la movilidad laboral y dificultan el acceso a servicios profesionales, especialmente en zonas con menor densidad de profesionales.

La desregularización no implica la eliminación de la ética profesional ni la falta de control de la calidad.  Un marco regulatorio más flexible, basado en la autorregulación y la competencia, podría fomentar la innovación, la eficiencia y la transparencia. Los profesionales podrían asociarse libremente en organizaciones que reflejen sus intereses y necesidades específicas, sin la obligación de pertenecer a un colegio profesional único y centralizado.

La competencia entre diferentes organizaciones profesionales, sin las barreras impuestas por la regulación actual, impulsaría la mejora de la calidad de los servicios y la reducción de costos. Los profesionales estarían incentivados a ofrecer servicios más innovadores y eficientes para atraer clientes en un mercado más dinámico y competitivo.

La desregularización también podría contribuir a la transparencia, al reducir la influencia de los colegios profesionales en la fijación de precios y en otros aspectos del mercado laboral. Un mercado más competitivo y transparente beneficiaría a los consumidores, que tendrían acceso a una mayor variedad de servicios profesionales a precios más competitivos.

Si bien la desregularización requiere una cuidadosa planificación y la implementación de mecanismos de control de calidad, es una alternativa que merece una seria consideración. Un sistema más flexible y competitivo podría generar un mercado profesional más dinámico, eficiente y transparente, beneficiando tanto a los profesionales como a la sociedad en su conjunto. Es hora de liberar el potencial de los profesionales argentinos y permitir que la competencia impulse la innovación y la eficiencia en el sector.