La derrota del peronismo en las elecciones del domingo pasado, que consagró a La Libertad Avanza como la principal fuerza política del país, desató una ola de tensiones internas que dejaron al descubierto viejos desacuerdos dentro del movimiento. Gobernadores, intendentes y referentes nacionales comenzaron a marcar posiciones en medio de un escenario signado por el desconcierto y la búsqueda de liderazgo.
Por Mauro Cerielli
“Es un golpe político durísimo, pero también un llamado de atención. El peronismo perdió la capacidad de interpretar a la sociedad”, reconoció un gobernador del interior, uno de los primeros en admitir la magnitud del resultado.
“El país cambió y la dirigencia tradicional todavía no lo asimiló”. La frase fue leída dentro del peronismo como un diagnóstico incómodo, pero difícil de refutar.
La tensión Kicillof–La Cámpora: el corazón de la disputa
Uno de los focos más calientes de la interna se concentra en la provincia de Buenos Aires, donde las diferencias entre Axel Kicillof y La Cámpora volvieron a quedar expuestas. Dirigentes de la agrupación que responde a Máximo Kirchner apuntan contra el gobernador por haber impulsado el desdoblamiento de las elecciones provinciales, una jugada que, aseguran, terminó debilitando al oficialismo a nivel nacional.
“Se priorizó una estrategia personal antes que la colectiva”, reprochó un dirigente camporista, mientras en el entorno del mandatario bonaerense replican que “las decisiones se tomaron con consenso y pensando en cuidar la gestión”.
Lejos de aplacarse, la tensión se profundizó en los últimos días. Desde La Plata, Kicillof intenta mostrarse enfocado en la gestión y evitar la confrontación pública, pero su equipo político admite que las críticas “golpean en un momento delicado”. En tanto, en la estructura kirchnerista bonaerense se multiplican las reuniones de evaluación, donde no faltan reproches por la “pérdida de conexión con la base militante”.
El silencio de Cristina y los movimientos en el conurbano
Desde el entorno de Cristina Fernández de Kirchner se mantienen en silencio. No hubo declaraciones formales ni mensajes en redes, aunque en su círculo más cercano admiten que la exvicepresidenta “prefiere esperar a que baje la espuma” antes de pronunciarse.
Mientras tanto, varios intendentes del conurbano bonaerense comenzaron a reunirse para analizar el impacto político del resultado. “Tenemos que rearmarnos, pero con los pies en el territorio”, señaló un jefe comunal bonaerense, quien pidió “unidad sin mezquindades” para evitar que el peronismo se fracture.
Los gobernadores toman distancia
En el interior del país, los mandatarios provinciales empiezan a marcar perfil propio: “Hay que repensar el peronismo desde una visión federal, lejos de las discusiones de Buenos Aires”.
Algunos dirigentes, sin embargo, admiten que el proceso de reconstrucción será complejo. “La derrota fue estructural, no táctica. Se perdió en todos los segmentos sociales”, dijo un exministro peronista con peso técnico, quien remarcó que “sin una autocrítica profunda, el movimiento no tiene futuro”.
Entre la autocrítica y la incertidumbre
En el massismo aseguran que Sergio Massa no planea intervenir en el debate por ahora, aunque sigue con atención las conversaciones en las provincias. Desde su entorno sostienen que “no hay que apurarse a sacar conclusiones, pero sí entender que el país votó por un cambio de paradigma”.
En los movimientos sociales, la preocupación también es visible.
Por ahora, el peronismo parece más concentrado en contener la crisis interna que en proyectar una conducción clara hacia adelante. Entre silencios, pases de factura y gestos de repliegue, el movimiento atraviesa uno de los momentos más delicados de su historia reciente.
“Lo importante no es quién conduce, sino qué peronismo queremos construir”, resumió un gobernador justicialista.







