En tanto, un grupo familiar integrado por dos adultos y dos menores requirió $67.187 para no quedar bajo el umbral de la indigencia.
El precio de la Canasta Básica Alimentaria (CBA) aumentó durante 2022 un 103,8%, mientras que la de la Canasta Básica Total (CBT) subió 100,3%, informó hoy el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) al dar a conocer las cifras de diciembre.
Al respecto, en el último mes del año la CBA aumentó 5% por lo que un grupo familiar integrado por una pareja con dos hijos, necesitó de $ 67.187 para comprar la comida indispensable, y no caer en la indigencia.
El organismo dio cuenta también que el costo de la CBT, que además de la comida mínima para la subsistencia reúne indumentarias y algunos servicios, aumentó 4,5% el mes pasado, por lo cual el mismo grupo familiar necesitó contar con ingresos por $ 152.515 para no caer debajo de la línea de la pobreza.
De esta manera, durante el año pasado, el costo de la CBA aumentó 103,8 %, mientras que la de la CTB subió 100,3%, informó el organismo.
En tanto, según un informe del Observatorio Social de la Universidad Católica Argentina, el Índice de Pobreza en el tercer trimestre del año llegó al 43,1%, contra el 42,4% de julio-septiembre del 2021.
Además, la indigencia, entendida esta como los pobres cuyos ingresos no les alcanza ni siquiera para comprar el mínimo de alimentación, alcanzó al 8,1%, por debajo del 9% de igual período del 2021.
Todo esto se dio en doce meses en que la economía creció 4,8%, y la inflación trepaba al 83%, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec).
El informe del Observatorio Social de la UCA destacó que “el escenario de pospandemia”, con la recuperación económica, el aumento de la ocupación, la caída del desempleo y los refuerzos en la asistencia social “lograron atenuar o incluso revertir la tendencia creciente de los indicadores de indigencia y pobreza”.
Incluso, “en un escenario crecientemente inflacionario, no se evidencia un crecimiento exponencial de la indigencia y pobreza por ingresos”. Esto se debería “a los esfuerzos” tanto de las familias, como “la política pública, de incrementar el número de perceptores laborales y no laborales (planes sociales) de los hogares”.